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La mayoría de los deportes comenzaron como juegos, pensados para la
diversión y para el entretenimiento de los pueblos. Con unas simples
normas, que con el paso del tiempo se fueron haciendo más exigentes y
contemporáneas al progreso de cada juego, cada deporte se echó a andar.
Los más habilidosos, fueron los primeros en destacar, por condiciones
innatas. A estos los iban imitando los demás, hasta que comenzaban a
aparecer los entrenadores, que improvisaban cuestiones técnicas para la
enseñanza.
A las cuestiones técnicas le siguieron los mensajes estratégicos, para fortalecer o para paliar, esas buenas o malas maneras.
La estrategia trajo la necesidad de realizar tal o cual tarea, pero en
repetidas ocasiones, lo que mejoró la condición física para poder
realizar en forma reiterada los gestos técnicos y las planificaciones
estratégicas.
La mejora física condujo a recurrir a nutricionistas, especialistas en
descanso y recuperación, especialistas en hidratación, suplementos
vitamínicos, etc. Para lograr la excelencia y el óptimo resultado de
cada atleta, y de su posterior recuperación.
Hasta que llegamos a la quinta y revolucionaria etapa, y quizás más importante de todas, la mental.
Los ejemplos son diarios, en todos y cada uno de los deportes.
Es sumamente curioso, que a pesar que la mayoría de deportistas y
entrenadores conocen este mensaje, no hagan nada por trabajar más la
parte mental de cada jugador.
En todos los demás ítems se entrena horas y horas, sin descanso. No hay
dudas que ningún jugador se pondrá solito a realizar esto y por lo tanto
somos los entrenadores los que debemos encontrar la solución.
El haber jugado al basquet durante tantos años me ha permitido
desarrollar la capacidad de pensar, programar y ejecutar, determinadas
jugadas. Éstas pueden salir, o no, pero es indudable que siempre sabemos
que tenemos que hacer en cada momento.
En el basquet, hay que pensar una jugada para el ataque, para el que
solo se tienen 24 segundos como máximo, e inmediatamente, se debe
ejecutar (porque ya teníamos el pensamiento de que si encestábamos
volveríamos a marcar en zona y si se fallaba se marcaría en hombre, esto
solo por dar un ejemplo pero habría muchísimas combinaciones más) una
defensa estratégica según la conveniencia u orden del entrenador.
En el pádel, el intercambio de golpes, hace que el margen de pensamiento
y de reacción, sea muchísimo menor. Cuánto? Está claro, cuánto más
fuerte o veloz vaya mi bola, más rápido volverá y por ende, más rápida
deberá ser mi idea, mi pensamiento y mi gesto para ir hacia la bola,
golpearla con precisión técnica y con aplicabilidad estratégica.
Convengamos que no muchos jugadores están preparados para hacerlo así,
al menos, que sea comparable entre lo que se quiere y lo que se puede.
La mayoría de los jugadores que veo en torneos amateurs, semi y
profesionales, juegan con la mayor velocidad posible, aun en aquella
para la que no están preparados. Mientras siguen perdiendo con parejas,
que ellos mismos consideran inferiores. Incluso hacen mejores partidos
con parejas superiores a ellos mismos, pero pierden irremediablemente,
con parejas de su mismo nivel (pero que ellos subestiman).
No es fácil jugar al ritmo y a la velocidad adecuada. La tentación de
acelerar en una volea, de pegarle a una bola en un smash o apurar en una
salida de pared, muchas veces son intransigentes. Pero veo a diario
como aquellos que logran el dominio de sus propios cerebros, son los que
están, casi siempre, más cerca de la victoria.
diversión y para el entretenimiento de los pueblos. Con unas simples
normas, que con el paso del tiempo se fueron haciendo más exigentes y
contemporáneas al progreso de cada juego, cada deporte se echó a andar.
Los más habilidosos, fueron los primeros en destacar, por condiciones
innatas. A estos los iban imitando los demás, hasta que comenzaban a
aparecer los entrenadores, que improvisaban cuestiones técnicas para la
enseñanza.
A las cuestiones técnicas le siguieron los mensajes estratégicos, para fortalecer o para paliar, esas buenas o malas maneras.
La estrategia trajo la necesidad de realizar tal o cual tarea, pero en
repetidas ocasiones, lo que mejoró la condición física para poder
realizar en forma reiterada los gestos técnicos y las planificaciones
estratégicas.
La mejora física condujo a recurrir a nutricionistas, especialistas en
descanso y recuperación, especialistas en hidratación, suplementos
vitamínicos, etc. Para lograr la excelencia y el óptimo resultado de
cada atleta, y de su posterior recuperación.
Hasta que llegamos a la quinta y revolucionaria etapa, y quizás más importante de todas, la mental.
Los ejemplos son diarios, en todos y cada uno de los deportes.
Es sumamente curioso, que a pesar que la mayoría de deportistas y
entrenadores conocen este mensaje, no hagan nada por trabajar más la
parte mental de cada jugador.
En todos los demás ítems se entrena horas y horas, sin descanso. No hay
dudas que ningún jugador se pondrá solito a realizar esto y por lo tanto
somos los entrenadores los que debemos encontrar la solución.
El haber jugado al basquet durante tantos años me ha permitido
desarrollar la capacidad de pensar, programar y ejecutar, determinadas
jugadas. Éstas pueden salir, o no, pero es indudable que siempre sabemos
que tenemos que hacer en cada momento.
En el basquet, hay que pensar una jugada para el ataque, para el que
solo se tienen 24 segundos como máximo, e inmediatamente, se debe
ejecutar (porque ya teníamos el pensamiento de que si encestábamos
volveríamos a marcar en zona y si se fallaba se marcaría en hombre, esto
solo por dar un ejemplo pero habría muchísimas combinaciones más) una
defensa estratégica según la conveniencia u orden del entrenador.
En el pádel, el intercambio de golpes, hace que el margen de pensamiento
y de reacción, sea muchísimo menor. Cuánto? Está claro, cuánto más
fuerte o veloz vaya mi bola, más rápido volverá y por ende, más rápida
deberá ser mi idea, mi pensamiento y mi gesto para ir hacia la bola,
golpearla con precisión técnica y con aplicabilidad estratégica.
Convengamos que no muchos jugadores están preparados para hacerlo así,
al menos, que sea comparable entre lo que se quiere y lo que se puede.
La mayoría de los jugadores que veo en torneos amateurs, semi y
profesionales, juegan con la mayor velocidad posible, aun en aquella
para la que no están preparados. Mientras siguen perdiendo con parejas,
que ellos mismos consideran inferiores. Incluso hacen mejores partidos
con parejas superiores a ellos mismos, pero pierden irremediablemente,
con parejas de su mismo nivel (pero que ellos subestiman).
No es fácil jugar al ritmo y a la velocidad adecuada. La tentación de
acelerar en una volea, de pegarle a una bola en un smash o apurar en una
salida de pared, muchas veces son intransigentes. Pero veo a diario
como aquellos que logran el dominio de sus propios cerebros, son los que
están, casi siempre, más cerca de la victoria.
