ELECCION DE PAREJA
Un reto; una necesidad; pero también una dificultad
Decíamos, hace tiempo, en el artículo: “La relación de
pareja de pádel. Siempre complicada”, que no es fácil encontrar una
pareja compenetrada al máximo en la que no surjan discrepancias y
dificultades para seguir. Quizás una de las claves para que una pareja
funcione es comenzar bien desde el principio, es decir, acertando en la
elección. ¿Pero, esto no parece fácil?
Lo primero que podemos plantearnos es qué tipo de
pareja encaja con uno mismo. Los expertos dicen que independientemente
de otras condiciones, el nivel de juego de los dos miembros de la pareja
es conveniente que sea similar. Cuando juegan equipos de dos personas,
al parecer éstas trabajan mejor si tienen aptitudes de nivel parecido.
Una investigación reveló que el elemento que mejor predecía el éxito era
la capacidad promediada de ambos jugadores, y también que una
diferencia importante en la capacidad tenía un efecto negativo en el
rendimiento. Cuanto más igualadas están sus respectivas habilidades, más
probabilidades tienen de sacar el máximo provecho a la combinación de
éstas. Cuando se empareja a un jugador de alto nivel con otro de nivel
inferior, normalmente el primero intentará hacer más de la cuenta (es
decir, jugar por encima de su nivel de capacidad) y acabará cometiendo
errores. Por lo común, las parejas se deben formar con jugadores que se
complementan uno a otro, y no con un jugador de élite y otro más
mediocre, ya que pueden tener dificultades en acoplar sus habilidades respectivas.
Ser realistas
Dicho esto, hay que tener en cuenta que normalmente
la elección de pareja la tendremos que hacer dentro de las opciones
reales que tengamos, y ahí es donde puede estar el problema. Las
opciones suelen ser limitadas, ya que se reducen normalmente al entorno
próximo, y en ocasiones con la influencia no sólo de factores deportivos
sino también personales. El problema es que partiendo de una elección
de pareja condicionada por las circunstancias, más que por criterios
deportivos, tendremos que esforzarnos por hacer compatible el juego, la
mentalidad y el estilo de los dos jugadores buscando puntos de
compenetración. Es decir, lo importante, en estos casos, no es encontrar
una pareja que te guste sino conseguir que te guste tu pareja. Esto
puede ser importante en un ‘equipo’ de dos.
Las fases de la pareja
Después, como todo ‘equipo’ puede pasar por
distintas fases de desarrollo hasta que la pareja consigue cohesionarse,
si es que lo llega a conseguir. Estas fases son: constitución,
conflicto, normalización, consolidación. Será en la superación de los
conflictos dónde la pareja se vaya fortaleciendo o debilitando. Esto
será lo que, a posteriori, nos certifique la buena o no tan buena
elección de pareja. Todo un reto, ya que requiere tempo, dedicación,
trabajo e implicación emocional. Porque si no se consigue una pareja
cohesionada podríamos estar jugando como dos individualidades que
coinciden en el mismo lado de la pista, y esto no es una pareja de
pádel. Una pareja para que funcione ha de tener interdependencia,
compartir objetivos comunes, y sentimientos de atracción interpersonal,
además de líneas de comunicación abiertas. Para conseguir esto cada
jugador puede hacer lo siguiente:
> Conocer bien a su compañero.
> Ayudar al otro siempre que sea posible.
> Proporcionar refuerzos positivos.
> Ser responsable al máximo.
> Comunicarse con franqueza, sinceridad y asertividad.
> Resolver los conflictos de inmediato.
> Esforzarse al 100% en todo momento.
Después, la marcha de la competición hará lo demás,
ya que la consolidación de una pareja necesita que algunas cosas salgan
bien desde el principio o que por lo menos haya un horizonte de éxito.
Si no es así, la sombra de un nuevo cambio de pareja puede proyectarse
sobre la pista como un lastre que debilita el rendimiento.
Fuente: padelcenter.com
Un reto; una necesidad; pero también una dificultad
Decíamos, hace tiempo, en el artículo: “La relación de
pareja de pádel. Siempre complicada”, que no es fácil encontrar una
pareja compenetrada al máximo en la que no surjan discrepancias y
dificultades para seguir. Quizás una de las claves para que una pareja
funcione es comenzar bien desde el principio, es decir, acertando en la
elección. ¿Pero, esto no parece fácil?
Lo primero que podemos plantearnos es qué tipo de
pareja encaja con uno mismo. Los expertos dicen que independientemente
de otras condiciones, el nivel de juego de los dos miembros de la pareja
es conveniente que sea similar. Cuando juegan equipos de dos personas,
al parecer éstas trabajan mejor si tienen aptitudes de nivel parecido.
Una investigación reveló que el elemento que mejor predecía el éxito era
la capacidad promediada de ambos jugadores, y también que una
diferencia importante en la capacidad tenía un efecto negativo en el
rendimiento. Cuanto más igualadas están sus respectivas habilidades, más
probabilidades tienen de sacar el máximo provecho a la combinación de
éstas. Cuando se empareja a un jugador de alto nivel con otro de nivel
inferior, normalmente el primero intentará hacer más de la cuenta (es
decir, jugar por encima de su nivel de capacidad) y acabará cometiendo
errores. Por lo común, las parejas se deben formar con jugadores que se
complementan uno a otro, y no con un jugador de élite y otro más
mediocre, ya que pueden tener dificultades en acoplar sus habilidades respectivas.
Ser realistas
Dicho esto, hay que tener en cuenta que normalmente
la elección de pareja la tendremos que hacer dentro de las opciones
reales que tengamos, y ahí es donde puede estar el problema. Las
opciones suelen ser limitadas, ya que se reducen normalmente al entorno
próximo, y en ocasiones con la influencia no sólo de factores deportivos
sino también personales. El problema es que partiendo de una elección
de pareja condicionada por las circunstancias, más que por criterios
deportivos, tendremos que esforzarnos por hacer compatible el juego, la
mentalidad y el estilo de los dos jugadores buscando puntos de
compenetración. Es decir, lo importante, en estos casos, no es encontrar
una pareja que te guste sino conseguir que te guste tu pareja. Esto
puede ser importante en un ‘equipo’ de dos.
Las fases de la pareja
Después, como todo ‘equipo’ puede pasar por
distintas fases de desarrollo hasta que la pareja consigue cohesionarse,
si es que lo llega a conseguir. Estas fases son: constitución,
conflicto, normalización, consolidación. Será en la superación de los
conflictos dónde la pareja se vaya fortaleciendo o debilitando. Esto
será lo que, a posteriori, nos certifique la buena o no tan buena
elección de pareja. Todo un reto, ya que requiere tempo, dedicación,
trabajo e implicación emocional. Porque si no se consigue una pareja
cohesionada podríamos estar jugando como dos individualidades que
coinciden en el mismo lado de la pista, y esto no es una pareja de
pádel. Una pareja para que funcione ha de tener interdependencia,
compartir objetivos comunes, y sentimientos de atracción interpersonal,
además de líneas de comunicación abiertas. Para conseguir esto cada
jugador puede hacer lo siguiente:
> Conocer bien a su compañero.
> Ayudar al otro siempre que sea posible.
> Proporcionar refuerzos positivos.
> Ser responsable al máximo.
> Comunicarse con franqueza, sinceridad y asertividad.
> Resolver los conflictos de inmediato.
> Esforzarse al 100% en todo momento.
Después, la marcha de la competición hará lo demás,
ya que la consolidación de una pareja necesita que algunas cosas salgan
bien desde el principio o que por lo menos haya un horizonte de éxito.
Si no es así, la sombra de un nuevo cambio de pareja puede proyectarse
sobre la pista como un lastre que debilita el rendimiento.
Fuente: padelcenter.com